“Frecuentar libros y caminos lleva a la sabiduría”… le dice en un punto Francisco de Quevedo a Iñigo de Balboa en una las de tantas aventuras del Capitán Alatriste.
Y frecuentando caminos es una de las mejores maneras de conocer esos sabores…
La semana pasada, durante una charla con mi amigo Jordi sobre la lamentable situación de España, salió la pregunta obligada y un tanto pendeja de, “… extrañas?”
Ahora, Jordi como buen catalán tiene su senyera catalana pero como el mismo lo dice, “… y que también tengo mi DNI y soy español!”. Y como buen español en México, como muchos antes que él y como muchos después, una de las cosas que más extrañara, según yo, es la comida… jamones, paellas, caldos… fideuas… nah! El fideua es lo que yo extraño más.
El jamón fue un caballo de Troya para que mi estómago reviviera mil y un recuerdos, de épocas no necesariamente mejores, pero si un tanto inocentes. Digo inocentes porque muchos sabores requieren de cierta madurez para poder comerlos y muchos platillos requieren paciencia para poder saborearlos como se debe.
Ahora, a mis treinta años he desarrollado esa paciencia necesaria para muchas cosas en la vida, creo que tiene que ver mucho con mi habito de fumar pipa y buscar tabacos “diferentes”, uno no puede forzar la braza para que consuma al tabaco, de la misma manera que sería una estupidez tratar de acabarse el tabaco de un solo golpe.
El viaje de hoy tiene abarca dos de mis lugares favoritos en el Centro Histórico de la Ciudad de México, El Café la Blanca y el Centro Castellano. Mientras el Café la Blanca le anda pegando al siglo de antigüedad, el Centro Castellano ya pasa de los 50… en una ciudad cada vez más exigente como la nuestra, alcanzar esos nada despreciables números tiene su mérito.
Café la Blanca tiene entre su delicioso y sencillo menú, tres platillos que van fácilmente en mi top 100: Fabada Asturiana, Caldo Gallego y la versión “Blanca” de las sevillanas Mollejas de cordero con salsa de ajo. Estos tres platillos cumplen la regla de los platillos legendarios; “Cocinados por gente pobre en tiempos en los que la burguesía comía langosta rellena de caviar, ojos de panda, faisán o algo ridículamente caro”. Los dos primeros llenan el estómago muy bien y alegran el corazón… solo recuerden ser generosos con el aceite de olivo. Mientras el tercero… el tercero es… una belleza! La idea es servirlo como primer plato, como “botana lenta”, para pasar un muy buen rato saboreando… pero el contenido graso y el sabor del ajo, lo vuelven una delicia no apta para personas con problemas cardiovasculares!
Centro Castellano, siempre me ha parecido un templo al que voy a calmar mi apetito cuando no estoy en casa y es que tiene el toque que me gusta… y la comida, la comida se cuece aparte.
Soy un poco (chingos) predecible al ordenar, siempre es la Sopa Verde (de lo mejor que he probado de este lado del charco en la categoría de Sopas Verdes) y el héroe de la mesa, “El Plato Surtido”… el plato surtido debe ser sin duda alguna uno de los platillos más nobles que pueden existir, tiene 2 porciones de cordero (lechal y pecho) y también la prueba de que he sido un mal hebreo, un poco de lechón. Los tres van al horno, los tres van juntos en el mismo plato, nadando en sus respectivos y bien combinados jugos… así como uno se persigna al entrar a la iglesia (los he visto), con este plato se tiene que remojar un buen trozo de pan y saborear ese jugo… hermoso!
El estar sentado frente a tan hermoso plato, siempre me hace recordar la línea del Conde-Duque de Olivares en el 1er libro de Las Aventuras del Capitán Alatriste; “… y servirás a vuestro Rey, que también es el mío…”. Y pues la verdad el plato voló… y siempre será así mientras lo tenga enfrente.
Solo había forma de como terminar tan memorable comilona, con un buen postre… ahora, ningún postre es postre sin un carajillo. La pareja de mi bebida en esa tarde fue un hermoso y muy sexy Crème brûlée de limón con melocotón… creo asado.
Café La Blanca, Av. 5 De Mayo # 40. @cafelablanca
Centro Castellano, República de Uruguay #16-1. @CastellanCentro